Created September 11, 2024 by Ale Díaz Bouza
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Escuchar y no solo oír. Así aprendió José Fragoso, ilustrador y escritor de obras como Olivia Diluvio, Don Piez, o las series de cómics de Olivia Wolf y Los Hermanos Macguffin, a volver a ser niño—ya de mayor.
“La transición de ilustrador de cine y publicidad, a la ilustración infantil fue una cuestión de madurez”, explica, “y allí la ironía, de que gracias a madurar, volví a la niñez.”
Cuando era pequeño, no se podía resistir dibujar o copiar cómics, encontrando inspiración en Calvin y Hobbes, La Familia Addams y Asterix y Obelix, entre otros. Su esencia de ilustrador la tenía muy clara. Pero la “interferencia”, según iba llegando a la coyuntura de elegir su primer trabajo, iba en aumento y de varias “emisoras”: que hay muchas más mujeres ilustradoras en el mundo de LIJ que hombres ligado a la errónea suposición que se debe a una mayor sensibilidad; que quizás es más guay o “serio” ilustrar para agencias de publicidad; o aquel “cómo me voy a ganar la vida” haciendo algo que disfruto tanto, etc.
Escucha la voz de tu pasión
Ese fue el ruido que le distrajo de escuchar su voz de niño… pero solo hasta aquel momento disruptivo que le devolvió la señal clara y fuerte: un encargo para ilustrar Puggle in Pajamas, de la autora afincada en Nueva York, Kristen Booth. Una vez que se abrió la puerta a la ilustración de LIJ, ya era imposible volver atrás.
El hilo conductor para José ha sido no parar de “escuchar” la voz de su pasión y ayudar a los demás a hacer lo mismo; estar presentes, atentos y hacer caso a sus talentos. “Hay que dejar el ego en casa,” les suele recordar a sus alumnos, para así aceptar y saber procesar críticas externas, que además de la autocrítica, son imprescindibles para seguir creciendo.
“Tú mismo te pones el límite,” afirma, “porque al decir ‘soy ilustrador’ es un pensamiento que inconscientemente puede cerrarte la puerta a la posibilidad de ser escritor”.
Para José, romper aquella barrera psicológica fue algo que decidió casi al azar. Mientras participaba como ilustrador invitado en el Simposio de Literatura Infantil del Instituto Cervantes de Nueva York, se le ocurrió mostrar a los asistentes el cuento La increíblemente alucinante historia de Marcial, el niño normal, que él había escrito. La recepción fue mucho mejor de lo esperado, lo que consiguió que derrumbara la barrera entre escritor e ilustrador—por lo menos en un primer instante.
Superar el silencio, negativas y críticas
Sin embargo, las editoriales, aquellos guardianes tradicionales del mundo del libro publicado, no eran de la misma opinión. Las negativas y el silencio afirmaron sus pensamientos limitantes y volvió a encasillarse únicamente como ilustrador. Pero solo por una breve temporada.
Cuatro años más tarde, encontró y llamó a la puerta correcta: la editorial Narval en la Feria del Libro de Madrid, y gracias a ello publicó su primer libro como escritor además de como ilustrador, aquel que mostró en el Instituto Cervantes New York, una historia sobre un niño increíble y alucinantemente normal, que ilumina la gracia de la vida cotidiana. “Esto cambió todo, me dio confianza. A partir de allí, empecé a recibir futuros ‘noes’ con otra mentalidad.”
Este fue el punto de inflexión que le permitió reinterpretar la palabra “no” para que, en vez de una sentencia, se convirtiera en un “ahora y aquí, no”.
Contar historias
José es profesor de la ESDIP en Madrid. También ha dado clases en el Instituto Cervantes de Nueva York y Chicago, además del United Nations International School. Como tal, se encarga de dirigir la mirada de sus alumnos hacia el propósito de la ilustración: contar historias. “Casi es menos importante lo bien que dibujas como ser capaz de contar una historia con la ilustración. Podríamos decir que somos más storytellers que ilustradores”.
Igual que un niño que cuánto más sucio vuelve a casa después de jugar en el parque, más feliz se siente, a José le encanta ensuciarse las manos con acuarela y tinta porque, “Te obliga a asumir más riesgo de tomar decisiones que luego no se pueden deshacer ni borrar. Aprendes equivocándote”.
De la misma manera, en el aula hace énfasis en que, para contar historias, (sea con imágenes o palabras), hay que atreverse a ensuciarse las manos y luego aceptar críticas. Si sus alumnos saben dejar su ego en casa, les servirás de guía en su profesión. Y cuando consigan abrirse camino, se toparán con aquel momento de inflexión, la primera oportunidad, afirmando que escuchar la voz de su talento nunca les llevará por mal camino.
Puedes visitar a José Fragoso en http://fragosoart.com
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